Casi siempre, tendemos a juzgar a las personas por su apariencia, y a la hora de elegir Entrenador Personal nos suele pasar lo mismo, pero es importante saber que la apreciación externa que hacemos sobre una persona, no siempre es la correcta, y guiarnos por una fachada no siempre nos conducirá a conseguir los objetivos que perseguimos. La frase «si mi Entrenador tiene ese cuerpo…a mí me puede poner igual» casi nunca funciona.
Tu entrenador debe tener una cierta apariencia saludable y servir como ejemplo de una vida sana, eso está más que claro, pero no te dejes engañar y antes de contratar sus servicios asegúrate de poder conocerlo personalmente y poder disfrutar de una sesión gratis de entrenamiento para poder valorarlo.
En mi día a día, me encuentro a chicos de gimnasio que dicen ser “entrenadores personales” sólo por el hecho de tener un buen cuerpo, la mayoría de las veces conseguido de forma “ilegal y con alguna que otra ayudita extra”.
Que tu Entrenador Personal esté “cuadrado” y sea fuerte o eficiente en cierta actividad o deporte no significa que entienda cómo programar, adaptar ejercicios, alternar con volúmenes e intensidades o simplemente ENTRENAR a alguien.
No juzgar a un Entrenador Personal por su aspecto físico es difícil (son modelos para la sociedad) pero debemos tomar la decisión de contratarlos de forma inteligente. Puedes pintar un coche por fuera de forma impecable y que el motor esté destrozado. ENTRENAR a alguien es muchísimo (pero muchísimo…) más que adornar lo externo.